Como en otras ocasiones, te voy a contar un cuento
Como en otras ocasiones, un cuento Sufi
Cuentos antiguos
Muy antiguos
Y sabios
Muy sabios.
Me encantan porque juegan siempre con la paradoja.
Y me encanta ver la vida como una paradoja.
Bueno, que me enrollo y no arranco.
Vivía en Bagdad un comerciante llamado Zaguir. Hombre culto y juicioso, tenía un joven sirviente, Ahmed, a quien apreciaba mucho.
Una mañana, mientras Ahmed paseaba por el mercado de tenderete en tenderete, se encontró con la Muerte que le miraba con una mueca extraña. Asustado, echó a correr y no se detuvo hasta llegar a casa.
Una vez allí le contó a su señor lo ocurrido y le pidió un caballo diciendo que se iría a Samarra, donde tenía unos parientes, para de ese modo escapar de la Muerte. Zaguir no tuvo inconveniente en prestarle el caballo más veloz de su cuadra, y se despidió diciéndole que si forzaba un poco la montura podría llegar a Samarra esa misma noche.
Cuando Ahmed se hubo marchado, Zaguir se dirigió al mercado y al poco rato encontró a la muerte paseando por los bazares.
– ¿Por qué has asustado a mi sirviente? – preguntó a la Muerte.
– Tarde o temprano te lo vas a llevar, déjalo tranquilo mientras tanto.
– No era mi intención asustarlo -se excusó ella – pero no pude ocultar la sorpresa que me causó verlo aquí, pues esta noche tengo una cita con él en Samarra.
Una vez más el miedo
Una vez más llevándonos al destino que tememos
Una vez más cayendo en sus garras.
Hay que estar despiertos
Hay que mirar al miedo a la cara
Hay que tener confianza en la vida
Hay que tener apoyos que nos ayuden a sostenernos.
Iñigo (no huyas del miedo) Junquera